Hace unos días termine de leer este libro, que es un clásico, en lo personal nunca había leído algún libro de él, aunque se había visto una gran cantidad de citas tomadas de sus libros en varias obras de diversos autores, por eso siempre me llamo la atención leer alguno de sus ejemplares.
Siempre que estoy leyendo algún
libro, voy marcando los textos que me gustan y en este caso no fue la excepción,
marque varías citas y se me ocurrió presentarlas aquí tal como vienen en el
libro, es por eso, por lo que las transcribí tal y como vienen en mi ejemplar electrónico.
El libro se presenta en forma que
un profeta tiene una plática con los habitantes de un pueblo y estos le hacen
varias preguntas y el les va dando la respuesta a cada cuestión. Espero que les
agraden estos fragmentos y puedan reflexionar en cada uno de ellos.
Cuando el amor os llegue,
seguidlo. Aunque sus senderos sean arduos y penosos.
El amor no tiene más deseo que realizarse.
Más si amáis y no podéis evitar
tener deseos, que vuestros deseos sean estos:
Fluir y ser como el arrollo que
murmura su melodía en la noche.
Conocer el dolor de la excesiva
ternura.
Caer heridos por vuestro propio
conocimiento del amor, y sangrar plena y alegremente.
Despertar al alba con un corazón
alado y dar gracias por otro día más de amor.
Son los hijos y las hijas del
anhelo de la vida, ansiosa por perpetuarse.
Por medio de vosotros se
conciben, más no de vosotros.
Y aunque este a vuestro lado, no
os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor; no
vuestros pensamientos: porque ellos tienen sus propios pensamientos.
¿Qué son vuestras posesiones sino
cosas que atesoráis por temor a necesitarlas mañana?
Y mañana, ¿qué traerá el mañana
al perro previsor que entierra huesos en la arena no tocada mientras sigue a
los peregrinos hacia la ciudad santa?
Y ¿qué es el temor a la necesidad
sino la necesidad misma?
Cuando el pozo está lleno, ¿no es
realmente el miedo a la sed una sed insaciable?
Algunos dan poco de lo mucho que
tienen, y lo dan buscando el agradecimiento: ese deseo oculto convierte sus
dadivas en algo sin valor.
Algunos tienen poco y lo dan
todo.
Estos son los que creen en la
vida y en la generosidad de la vida: su cofre nunca esta vacio.
Algunos dan con placer, y ese
placer es su recompensa.
Algunos dan con dolor, y ese
dolor es su bautismo.
Algunos dan y no conocen el dolor
de dar, ni buscan el pacer de dar, ni lo dan concientes de la virtud de dar.
Dan como el mirto en el valle que
ofrece su fragancia en el aire.
Por las manos de los que son como
esos seres habla Dios, y desde el fondo de sus ojos Dios sonríe sobre el mundo.
Bueno es dar cuando os piden,
pero es mejor dar antes, movidos del propio corazón.
Todo
cuanto tenéis será dado algún día.
Dad pues ahora, para que la
estación de las dadivas sea vuestra y no de vuestros herederos.
A menudo decís: Yo daría, pero
sólo a quien lo merezca.
Los arboles de vuestro huerto no
hablan así, ni los rebaños de vuestros campos.
Dan para poder vivir, porque
guardar es morir.
Porque quien es digno de recibir
sus días y sus noches merecer recibir de vosotros todo lo demás.
Siempre os han dicho que el
trabajo es maldición, y el laboreo infortunio.
Más yo os digo que cuando
trabajáis cumplís una parte del más remoto sueño de la tierra, una parte que os
fue asignada a vosotros cuando el sueño nació.
Y trabajando estáis en verdad
amando la vida.
Y amar a la vida mediante el
trabajo es estar en intimidad con el secreto más recóndito de la vida.
Más yo os digo que en verdad la
vida es oscuridad cuando no hay actividad ninguna.
Que toda actividad es ciega
cuando no hay conocimiento.
Que todo conocimiento es vano
cuando no hay trabajo.
Que todo trabajo es vacío cuando
no hay amor.
Porque cuando trabajáis con amor
estáis en armonía con vosotros mismos, y con los demás, y con Dios.
Porque el espíritu de la tierra
no dormirá en paz sobre el viento hasta no ver satisfechas las necesidades del
más pequeño de vosotros.
La razón y la pasión son el timón
y las velas de vuestra alma navegante.
Si vuestras velas o vuestro timón
se rompen, no podríais si no flotar e ir a la deriva, o quedar inmóviles en la
inmensidad del mar.
Porque si la razón gobierna sola
es una fuerza que limita; y la pasión desgobernada es una llama que arde hasta
su propia destrucción.
Por tanto, dejad que vuestra alma
exalte, alce vuestra razón hasta la altura de la pasión, para que esta pueda
cantar.
Y dejadla dirigir vuestra pasión
con el razonamiento, para que aquella pueda vivir en su diaria resurrección y
como el ave fénix renacer de sus propias cenizas.
Vuestro dolor es la eclosión de
la envoltura que encierra vuestro entendimiento.
En silencio, vuestros corazones
saben los secretos de los días y de las noches.
Más vuestros oídos ansían
escuchar el eco del conocimiento de vuestro corazón.
Quisierais saber en palabras lo que
siempre supisteis en pensamiento.
No entréis en las profundidades
de vuestro conocimiento con cayados ni sondas.
Porque el yo es un mar infinito,
inconmensurable.
No digáis: He hallado la verdad,
sino: He hallado una verdad.
No digáis: He encontrado la senda
del alma. Decid más bien. He encontrado al alma caminando por mi senda.
Porque el alma camina por todas
las sendas.
El alma no va en línea recta, ni
crece como una caña.
El alma se despliega como un loto
de inmensurables pétalos.
El maestro que pasea a la sombre
del templo entre sus discípulos no da su sabiduría, sino más bien su fe y su
afecto.
Si es de verdad sabio, no os
obligará a que entréis en la casa de su sabiduría: os guiará solo hasta el
umbral de vuestro propio espíritu.
Cuando encontréis a un amigo en
el camino o en el mercado, dejad que el espíritu mueva vuestros labios y guie
vuestra lengua.
Que la voz de vuestra voz hable
al oído de su oído.
Porque su alma guardará la verdad
de vuestro corazón como se guarda en la memoria el sabor del vino, cuando su
color ya se ha olvidado y el vaso ya no existe.
Desearíais hacer del tiempo un
rio y sentaros a su orilla para observar su corriente.
Sin embargo, lo infinito que hay
en vosotros conoce la infinitud de la vida.
Y sabe que el ayer es solo la
memoria de hoy, y el mañana el sueño del hoy.
Y que lo que en vosotros canta y
piensa mora en los límites de aquel primer momento que disemino las estrellas
por el espacio.
De la oración
Oráis en vuestra angustia y en
vuestras necesidades; más debéis orar también en la plenitud de vuestro gozo y
en vuestros días de abundancia.
La belleza
La belleza es la eternidad
contemplándose en un espejo.
Y vosotros sois la eternidad y el
espejo.
De la muerte
Si en verdad queréis contemplar
el espíritu de la muerte, abrid de par en par vuestro corazón al cuerpo de la
vida.
Porque la vida y la muerte son
una, lo mismo que son uno el río y el mar.
Vuestro miedo a la muerte no es
más que el temblor del pastor de pie ante el rey, cuya mano va a posarse sobre él
para honrarlo.
Bajo su miedo, ¿no está jubiloso
el pastor sabiendo que podrá ostentar el sello del rey?
¿No le hace más consciente de su
temblor?
Porque, ¿Qué es el morir, sino
entregarse desnudo al viento y fundirse con el sol?
Despedida
La niebla que al amanecer se
disipa dejando sólo el rocío en los campos, se alza y se convierte en nube para
volver a caer en lluvia convertida.
Y yo no he sido diferente de la
niebla.
En la quietud de la noche camine
por vuestras calles, y mi espíritu penetro en vuestras casas.
Y los latidos de vuestro corazón
sonaron en mi corazón, y vuestro aliento lo sentí en mi rostro, y a todos os
conocí.
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